mayo 11, 2021Disciplina positiva | Gema

Dificultad de la lectoescritura.

“A mi hijo le cuesta comprender lo que lee”. ¿Mi hijo tiene dislexia?

Muchos padres nos cuentan cómo su hijo estudia, se lo sabe y sin embargo a la hora de enfrentarse al examen sacan malas notas, otras familias nos comentan que el niño evita hacer los deberes, no le gusta nada y en consecuencia se convierten en malos estudiantes, “mi hijo es vago” dicen las familias.

Por eso es tan importante la observación de conductas por parte de los docentes y de la familia para entender lo que les pasa y de esta manera ayudarles en el proceso.

Tenemos que saber que desde que se inicia el trazado de los números o las letras podemos observar conductas alteradas respecto a la prensión del lápiz, la orientación de los símbolos, la confusión entre los símbolos, la dificultad para asociar los símbolos a conceptos o nombres, el rechazo antes estas tareas, etc.

En el momento en el que se percibe una dificultad así, el mejor método será iniciar una intervención preventiva a partir de los 4-5 años, de esta manera además de potenciar el aprendizaje lectoescritor va a impedir que la dislexia genere un desfase importante en aquellos sujetos que se encuentran en situación de riesgo.

En torno a los 5-6 años nuestros hijos se empiezan a enfrentar a la lectura y a la escritura y es ahí donde podremos observar que no comprenden lo que lee, leen muy lentos, comenten muchos errores en la lectura cambiando letra, no terminan de aprender cómo suenan las letras o las sílabas, cometen muchas faltas de ortografía.

Es decir, hacer los deberes se convierte en una tortura para los niños y los padres.

No se recomienda establecer un diagnóstico definitivo antes de los 8 años (hasta ese momento se hablará de riesgo de dislexia evolutiva o de retraso lectoescritor) pero si debemos detectar y atender cualquier dificultad de aprendizaje desde la etapa de educación infantil.

A continuación os mostramos ciertos rasgos característicos de los sujetos que presentan algún tipo de dificultad lectoescritora durante los primeros años escolares.

  • 3 – 6 años
    • Dificultades para aprender las asociaciones grafema-fonema.
    • Problemas para aprender a escribir y recordar su nombre escrito.
    • Problemas para asimilar conceptos básicos: colores, tamaños, formas…
    • Dificultad para utilizar términos relacionados con la orientación temporal.
    • Escritura en espejo al final del nivel aún trabajándose explícitamente.
  • 6 – 9 años

EN LECTURA

    • Errores de exactitud o precisión: omisiones, sustituciones, inversiones…
    • Escasa fluidez. Lectura lenta, vacilante, monótona e imprecisa
    • Rechazo ante las tareas de lectura, sobre todo a leer en voz alta en el aula.
    • Omisión de pausas y otros signos de puntuación
    • Dificultades de comprensión lectora.
    • Errores al leer palabras desconocidas y pseudoplabras.

EN ESCRITURA

    • Errores de precisión u ortografía natural.
    • Dificultades para generalizar y aplicar las normas de ortografía regalada.
    • Numerosos errores de ortografía arbitraria en palabras frecuentes.
    • Omisiones de acentos, mayúsculas y signos de puntuación.
    • Disgrafía, falta de legibilidad, fluidez y organización en la escritura.
    • Morfosintaxis (frases breves, escasez de nexos, errores de concordancia…)
  • A partir de los 9 años
    • Lectura poco fluida y monótona, con dificultades de comprensión lectora.
    • Frecuentes errores de ortografía.
    • Dificultades para copiar toda la información de la pizarra o al dictado.
    • Escritura lenta, con muchas correcciones y tachones.
    • Incongruencia entre el trabajo y esfuerzo respecto a las calificaciones.
    • Mejoría importante al dar pautas concretas y más tiempo para las tareas.
    • Escasa capacidad de concentración al realizar tareas escolares o estudiar.
    • Falta de confianza, apatía o exceso de tensión ante las tareas y exámenes.
    • Dificultad para elaborar y organizar el discurso correctamente, sobre todo al escribir, aunque, en algunos casos también al hablar.

Identificar alguno de estos síntomas no implica directamente la existencia de una dislexia, sin embargo, la identificación e intervención de cualquiera de las dificultades planteadas sí supone una gran ayuda para evitar el desarrollo de problemas futuros.

Recordar que todo se puede conseguir si saben a lo que se enfrentan, ofreciéndoles todo vuestro esfuerzo, cariño y comprensión para su evolución. Ayudarle lo antes posible mejorará su entorno escolar, social, personal y familiar.

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