Tengo miedo a ir al psicólogo: ¿qué puedo hacer?
Hoy en día, donde la figura del psicólogo y el acudir en busca de ayuda psicológica se está normalizando poco a poco, muchas personas acuden a consulta por primera vez con muchos miedos e inseguridades.
En cierto modo, es normal, estás yendo a ver a un desconocido para hablar sobre temas que quizá no estás acostumbrado a hablar. Esto, sumado a la incertidumbre habitual de consultar a un profesional y no saber qué nos puede decir, puede generar mucho miedo, vergüenza, o cualquier otra emoción que nos genere rechazo a dar el paso.
Para disminuir ese malestar y despejar las dudas que puedan haber, vamos a contestar en este artículo preguntas como: ¿Cómo son las sesiones con el psicólogo? ¿Por qué tengo miedo de ir al psicólogo? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Y si no conecto con mi psicólogo qué puedo hacer?
El miedo como la emoción que nos protege.
El miedo es una emoción que cumple una función muy específica (y útil), protegernos de elementos que pueden hacernos daño, generando distancia con respecto a ellos.
El miedo también puede ser hacia lo desconocido. Esto significa que si nunca has ido al psicólogo y tampoco has oído de primera mano experiencias de gente cercana, será normal que aparezca.
Por suerte, los psicólogos estamos muy familiarizados con las emociones (técnicamente somos los profesionales especializados en ellas) y trabajamos diariamente para mejorar y perfeccionar nuestro trato para gestionarlas en la consulta y desde el primer momento en el que nos contacta alguien pidiendo información.
La principal ventaja de todo esto, es que a diferencia de otros profesionales, puedes decirle a tu psicólogo cómo te sientes. Si por ejemplo, tienes miedo, puedes avisarle para que el rumbo de la sesión, la conversación, temática o el ritmo de la misma se pueda adaptar a tus necesidades.
La vergüenza también puede aparecer antes de ir.
Hablar con otro ser humano de nuestros temas más íntimos suele suponer exponerse a moderadas o grandes dosis de vergüenza. Hemos sido educados para que muchas de nuestras experiencias o pensamientos deban ser ocultados a la sociedad porque, supuestamente, no son aceptables.
En la consulta con tu psicólogo estas reglas sociales cambian completamente.
Es un espacio de excepción donde cualquier tema de conversación es bien recibido e incluso deseado por tu psicólogo, siempre que para ti sea de importancia, motivo de preocupación o foco de malestar.
Del mismo modo que un ginecólogo está acostumbrado a ver cuerpos de mujeres desnudas, un psicólogo está acostumbrado a profundizar en la mente de sus pacientes y tratar temas que pueden parecer raros, vergonzosos o reprochables, pero que para él o ella no lo serán.
Nosotros no juzgamos a la persona que da el paso de valentía y decide acudir a la consulta en busca de ayuda. Al contrario, sabemos de primera mano lo admirable que es una hazaña así.
¿Cómo es la psicoterapia?.
Esta es una pregunta más complicada, porque se pueden encontrar profesionales bastante distintos dependiendo de la orientación y la problemática que se vaya a trabajar. De hecho, incluso dependiendo del paciente que viene a consulta, solemos adaptarnos bastante a él.
Algunos psicólogos y terapias requieren una mayor cantidad de ejercicios prácticos y de construir un proceso más directivo (donde el psicólogo propone y guía explícitamente el camino). En otros casos en cambio, se requieren mayores dosis de exploración y el psicólogo deja más espacio para seguir los tiempos del paciente y sus demandas basándose más en el diálogo y la relación psicólogo-paciente.
Sea como fuere, la psicoterapia es principalmente un proceso de análisis vital (qué ha sucedido y qué está sucediendo en la vida de una persona y su contexto) que tiene como objetivo adquirir herramientas e ideas que permitan mejorar la vida de una persona y disminuir su malestar así como reforzar sus capacidades y cualidades intrínsecas.
Es un proceso que se vive con la ayuda del psicólogo, con el que será importante que surja un cierto grado de conexión espontánea.
La mayoría de las veces, las sesiones suelen durar entre 45 minutos y 1 hora, con sesiones 1 vez a la semana. Pero esto puede variar mucho dependiendo del profesional y el momento de terapia en sí.


¿Qué se hace en una primera sesión?.
La primera e incluso las 2 o 3 primeras sesiones, suelen tener un alto componente de “recogida de información”.
Dependiendo de la complejidad del problema y la situación del
paciente, los psicólogos, para tomar las mejores decisiones posibles y comprender bien a la persona que tenemos delante, necesitamos entender qué cosas han podido marcar vitalmente al paciente y cómo pueden haber influido en la problemática actual.
Aún así, es muy habitual que ese proceso de descubrimiento de la vida presente y pasada del paciente (y por tanto, revisar acontecimientos vividos) surja sin premeditación a lo largo de toda la terapia conforme se vayan conectando las experiencias y los recuerdos.
Lo cual no es incompatible con que desde la etapa inicial de la terapia, ya se empiecen a buscar soluciones y herramientas para mejorar la vida y bienestar del paciente.
En cualquier caso, la primera sesión de psicoterapia se centrará en desarrollar el motivo de consulta (aquello por lo cual se decide acudir al psicólogo) y una recogida general de información sobre la vida del paciente. También será frecuente que el psicólogo explique cómo suele trabajar y qué tipo de enfoque adoptará para el proceso de mejora.
¿Qué pasa si no estoy cómodo con mi psicólogo?.
Existen dos opciones. Si la incomodidad es fruto de que sientes que no has conectado con tu psicólogo (lo cual puede pasar y no hay problema), quizá debas buscar a otro profesional.
En este caso, además, será ideal si consigues detectar aquellas cosas que te han generado esa incomodidad para que puedas evitarla al buscar a un nuevo psicólogo (edad, género, personalidad, etc).
La otra opción es que no haya un problema directamente con el psicólogo sino con el enfoque, las temáticas abordadas o cualquier otro punto que puede ser potencialmente salvable.
En este caso lo mejor es comentarlo abiertamente con tu psicólogo para hacer los cambios que sean necesarios para resolver esa incomodidad. La mayoría de psicólogos accederán sin inconveniente a adaptarse a las necesidades de su paciente, siempre que no sea contraproducente para la mejoría del mismo.
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